El día después del Coronavirus

El día después del Coronavirus 

Todos esperamos que llegue el gran día y que las noticias nos cuenten que la cuarentena por fin ha terminado. Tenemos tantas ganas de salir, de ver a los nuestros, de abrazarles, besarles, reír y llorar de alegría. Consolarnos por las pérdidas, visitar a nuestros seres queridos, a los vivos y a los que nos dejaron. Llenar las calles otra vez, despertar de este extraño sueño y seguir con nuestras vidas. Llenar restaurantes, teatros, bares, y parques. Ir a trabajar, ver a los niños saliendo a tropel del cole.
Pero quizá, debamos mentalizarnos para poder asumir, que esto no pasará de inmediato. Será un proceso, será poco a poco.
Empieza Abril, pero nos queda mucho. No estábamos preparados para esto, y no sabemos como resolverlo. Lo estamos haciendo sobre la marcha, aprendemos equivocándonos, pero seguiremos aprendiendo. 
Esto ha sido un bofetón bien dado, ojalá una cura de humildad, para reconocer que no somos tan poderosos, ni importantes. Que podemos desaparecer gracias a un virus microscópico, así, sin más.
La pirámide del poder se ha invertido, y ahora los héroes, los admirados, los aplaudidos, son los que estaban abajo de esa pirámide, los que supuestamente servían a esta  sociedad. 

Le debemos la vida al que limpia, al transportista, al agricultor, al que trabaja en el supermercado, al sanitario, al policía, al militar, al que recoge la basura, al ganadero, al que atiende en la farmacia, al que nos socorre por teléfono, a los que nos resuelven la vida, porque sin ellos, no es que fuese más difícil, es que estaríamos muertos. No es una exageración, es tal cual. Puede parar un país, las grandes empresas, puede parar el mundo, pero si parasen ellos...Si parasen ellos ahora, no podríamos sobrevivir. No somos tan autosuficientes como creíamos, necesitamos del otro para vivir.
Lo sabemos todos, pero no sobra verbalizar lo sobreentendido.  Dicen que nunca olvidaremos esto.  Yo no estoy tan segura. Ya pasó hace 101  años, y hoy por hoy, no hemos aprendido nada, tendemos a olvidar y volver a caer en lo mismo.
Siempre he pensado que la humanidad es más buena que mala, y no quiero dejar de pensarlo, quiero seguirme emocionando cada día, con las muestras de humanidad infinitas, con los mensajes diarios de fe y optimismo, con los aplausos y agradecimientos emocionados. Algunos dicen que somos exagerados y que nos gusta el drama, pero cuando deje de sentir emoción, me preocuparé y mucho.
Pero también tengo dudas, tambien pienso en lo peor que saca algo asi del ser humano. En el estigma al contagiado, el rechazo del vecino al sanitario por miedo, algo que también es humano. Horriblemente humano.
Tengo miedo de que cuando esto pase, la gente olvide a estos héroes. A los que se contagiaron por ayudar, a los que contagiaron a sus familias, a los que murieron por servir. Que se olvide al despedido, al autónomo arruinado, al empresario en quiebra, a los que nos quedamos en casa, confiando en las promesas de que todo se arreglaría. Miedo al abandono de quienes quedarán tocados psicológicamente. Miedo a que sigan cobrando unos sueldos insuficientes, miedo a que tengan un castigo y no un premio por su entrega. Miedo al olvido de lo que han hecho.
Miedo de que se vuelva a idolatrar a los héroes de antes, esos a los que pagamos millones. Miedo a los que bajan los sueldos a todos menos a sí mismos. Miedo a que la pirámide vuelva a darse la vuelta, y los pocos de toda la vida estén en la cúspide; y los muchos de siempre estén abajo.
Miedo a que no seamos mejores personas después de esto, como tanto repetimos. Miedo a que olvidemos, terrible miedo a que olvidemos.
Esta vez, pese al dolor, estamos teniendo suerte, nuestro mundo puede tener una oportunidad. Nos hemos parado a pensar, oportunidad de oro. Por una vez el mundo se ha detenido.
El planeta sin nosotros ha tenido un respiro, y nuestros niños, no han sido tan tocados como el resto. Parecería una advertencia.  
Ellos que son más listos, quizá tomen nota, y lo hagan mejor, porque la próxima vez, serán quienes lo tengan que resolver.
Hemos visto lo mejor y lo peor del ser humano. Unos sacrificándose por los demás, otros robando y saqueando. Unos apoyándose, otros siendo mezquinos con el indefenso. Unos peleando sin armas, otros haciendo política para rentabilizar la tragedia cuando todo pase.
Nos queda tiempo por delante, y ojalá las circunstancias no saquen lo peor del ser humano.
Es la lucha entre el bien y el mal, el yin y el yan, como siempre ha sido. La lucha interna para conseguir la virtud que está, en ese equilibrio que a veces cuesta mantener.
Queda mucho por delante ¿Un año? ¿Quizá más?
Es muy posible, y será muy duro para todos.
Ojalá no volvamos a ser como antes, ojalá no se abandone a los mayores, ni sea lo más importante el trabajo y el dinero, ojalá sigan siendo más importantes los niños, y ojalá los héroes de hoy,  no sean los olvidados de mañana. Por una vez, hemos sentido miedo, el miedo que, para millones de personas en nuestro mundo, es el pan de cada día. Miedo de perder a los nuestros, miedo de que sufran, miedo de que mueran. 
Esta vez no hay diferencias, esta vez sufrimos todos por igual.
Ojalá aprendamos algo de esto. Ojalá.


No hay comentarios: